martes, 19 de febrero de 2008

Capítulo VII

Acabó el verano, lo que significaba el comienzo de un nuevo curso otra vez todos juntos, pues todos nos habíamos matriculado en el mismo grupo. Tenía ganas de empezar, de verles a todos de nuevo. Muchos habían pasado el verano en sus ciudades y no les veía desde hacía algunos meses. El nuevo curso prometía muchas cosas: más viajes, más fiestas, más cosas que hacer juntos, pero también más dificultad. Sin embargo, eso último era algo que no nos preocupaba demasiado, ya que sabíamos que pasase lo que pasase lo pasaríamos juntos, que no habría momentos de soledad o de tristeza, y que siempre estaríamos los unos con los otros.
Nada más empezar ya teníamos motivos para salir por la noche, fiestas de cumpleaños, de comienzo de curso… E incluso algunos viajes como el de una casa rural en Orgaz, un pueblo de Toledo. Fuimos doce, y sin duda fue inolvidable.
El tiempo se pasaba volando, y llegaron las vacaciones de Navidad sin apenas darnos cuenta. Decidimos hacer una cena como la del año anterior y luego juntarnos todos los que podíamos en una discoteca en una céntrica calle de Madrid. Lo pasamos bien, sin duda volvió a ser una noche irrepetible que guardaré siempre, que llevaré conmigo.
Acabó el año 2007 y comenzó un nuevo año, lleno de nuevos planes por hacer todos juntos, pero con exámenes a la vista. Llegaba un período de estrés, estudio y concentración, pero pensando que muy pronto acabaría y que tan pronto como esto ocurriese lo celebraríamos todos juntos.


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