martes, 19 de febrero de 2008

Capítulo VIII

Álvaro y yo llevamos 1 año y un mes juntos. Nos seguimos queriendo igual que el primer día, bueno, mucho más. Hemos vivido muchos momentos juntos, algunos malos y la gran mayoría buenos, pero siempre nos hemos apoyado el uno al otro, siempre hemos estado uno al lado del otro cuando alguno de los dos lo ha necesitado. Siempre nos hemos perdonado, hemos superado nuestras diferencias, y hemos luchado por lo nuestro en todo momento. Quizás todo haya ido tan bien porque los dos hemos elegido el camino del corazón, y quien elige ese camino nunca se equivoca. No todo es un camino de rosas, ya que algunas veces aparecen algunos cactus en el camino, pero cuando hueles la siguiente rosa del camino, el dolor que te pudo hacer el cactus es olvidado.
Siempre hemos intentado hacernos felices, vivir sonriendo y brillando como estrellas, sintiendo nuestro amor y nuestros corazones latir con fuerza. Siento que cuando escribo lo único que sale son palabras cursis, pero el amor es inexplicable, ni siquiera se puede definir con frases cursis, sino sólo sintiéndolo, sintiendo el amor que te transmite una mirada, la satisfacción de ver una sonrisa en la persona que amas, e incluso ver una lágrima en los ojos que te intenta explicar lo feliz que es a mi lado, lo bien que se siente…
Nunca me he puesto a pensar si existe el amor eterno o no, pero ahora que lo siento, se que existe, y que es el amor que yo siento por Álvaro.

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